Cultivar la paz interior: 4 claves
La paz mental o la paz interior es algo que todas las personas, de algún modo, anhelamos. Es esa tranquilidad, armonía, en nuestra vida. Ese fluir que parece, a veces, tan inalcanzable. A menudo, quien acude a mi consulta online siente que esa meta es imposible. Afortunadamente, le muestro el camino y lo recorremos juntos hasta conseguirla. Eso es parte del bienestar social y emocional.
La paz mental no es algo que hagas o encuentres de inmediato. Es algo que se cultiva lenta e intencionalmente. En otras palabras, la tranquilidad proviene de los buenos hábitos que se forman deliberadamente a lo largo del tiempo.
Después de todo, es bastante difícil lidiar con el estrés de la vida laboral o el drama familiar cuando tu mente está clara y tranquila. Pero cuando intentas hacerlo con una mente llena de preocupaciones e inseguridades, arrepentimientos y cavilaciones, frustraciones e irritaciones… puede ser abrumador, o incluso completamente debilitante.
Por ello, en este artículo comparto contigo 4 claves para cuidar y conservar nuestra paz mental o nuestra paz interior:
1. Acepta lo que “es”
A veces caemos en expectativas que nos anclan a una situación que no es real y nos hace daño. Una relación, una persona, un trabajo… Es importante hacer un ejercicio de realidad en el que nos fijemos en los hechos objetivos, en cómo son las cosas y no en el potencial que pensamos que tienen. Estas preguntas pueden ayudarte con ello:
- ¿Cuál el es objeto, persona o circunstancia que detona tus altibajos o malestar emocional?
- Teniendo en cuenta la realidad objetiva y actual de ello, ¿qué “es”?
- Sabiendo lo que “es”, ¿qué margen de maniobra tienes para prevenir esos detonantes?
Por ejemplo, si uno de los desencadenantes de tus altibajos o malestar emocional es la relación que tienes con una persona, sabes que la persona es como es. Tu margen de maniobra está en poner límites, proponer un cambio en la relación o incluso cortarla si es lo más saludable.
Algunas veces ese desencadenante es que vivimos con un familiar que nos daña. Imaginemos que no podemos cambiar eso hoy, al menos ahora, pero seguro que tienes margen de maniobra para buscar ayuda, trabajo o lugares alternativos que te permitan salir más de casa.
Intenta dejar a un ladito amable tus sentimientos. Es natural que tengas emociones encontradas y dudas. No pasa nada. Simplemente, en este punto es importante centrarse en los hechos objetivos sin más.
Aceptar la realidad nos ayuda a modificarla dentro de nuestras posibilidades, a elegir mejor las batallas y a descansar de aquellas guerras que no tienen sentido y tanto nos agotan.
2. Armoniza tus pensamientos
En el primer punto nos hemos centrado en los hechos objetivos. En esta ocasión lo haremos en los pensamientos. ¿Por qué? Porque el dolor, la dependencia, el miedo… pueden ser estados emocionales que no desaparecen sin más, necesitan de una reinterpretación de la situación para permitirse el proceso de superación.
Una forma de lograrlo es realizando un cambio de percepción. ¿Cómo? Primero, explorando, observando y reconociendo las ideas y creencias que habitan en tu mente. Sin juicios, sin reproches, con amor. Y, solo entonces, con ese mismo cariño, iremos guiando esas ideas y creencias a unas más objetivas, racionales y esperanzadoras.
Puede ayudarte recordar que en el pasado ya has superado situaciones difíciles, plantear un mañana más agradable y en especial con algún plan que te haga bien. Y, también, tener presente que lo que te hace sufrir probablemente ya fue, no “es”. Especialmente si tomas decisiones de autocuidado para que deje de hacerte daño. ¡Entre esas decisiones puede estar pedir ayuda profesional!
En ese caso, una vez logrado eso, la mejor opción es concentrarte en lo maravilloso que hay en tu vida en el “ahora” y en el futuro que tienes por delante.
3. Acude a lugares refugio
Quien dice lugares, dice actividades, personas y todo aquello que te reconforte. Los lugares refugio son momentos y espacios donde podemos pausar un poco el ruido del mundo y las conversaciones estresantes. Detener las prisas, las quejas y los peligros. Todo, para permitirnos respirar y, simplemente, estar, ser.
Tal vez te ayude recordar alguna cosa que, en la tierna infancia o en la adolescencia, te gustara hacer, acudir o ver. Y retomarlo, y experimentar, y probar actividades nuevas o no tan nuevas que te permitan ese reconectar contigo. Actividades como salir a caminar, disfrutar de la naturaleza, escuchar música relajante, observar un atardecer, jugar con tu mascota, ver vídeos de gatitos…
Quizá, envolverte en tu montón de peluches mientras escuchas música de los 90 sea lo que te ayuda a darte ese respiro. O puede que sea llamar a ese amigo o amiga con el que te lo pasas bien y de quien te has distanciado un poco. Es posible que te conecte salir a pasear, saludar a otras personas o retirarte a un lugar donde la naturaleza es lo que reina.
Tus lugares refugio son tuyos y ninguno es mejor que otro, siempre que te ayuden a sentirte mejor y sean sanos para ti.
4. Sé fiel a ti misma
A veces, en el mar de dudas, nos perdemos a nosotras mismas. Es importante mirarnos y reconocernos, pero no en las apariencias y en lo visible, sino en lo profundo y genuino. Más allá de las etiquetas sociales, la profesión, el género, el cuerpo, las circunstancias o tus emociones actuales.
Eres mucho más que todo eso.
Existe una parte de ti que se mantiene contigo, intacta, incluso cuando experimentas dolor, tristeza o alteración de tu estado de ánimo. Independientemente de las circunstancias que estés atravesando. Esa parte que son tus valores, tus sueños, tus prioridades y tus motivaciones más profundas.
Mirándote desde esa perspectiva, ¿quién eres? ¿Cuáles son tus valores, tus prioridades, tus sueños más profundos, tus motivaciones más genuinas?
Cuando conoces tu verdadero “yo”, puedes defenderte mejor y expresar lo que necesitas. Tu autoexpresión es importante y debes valorar tu voz. Está bien necesitar cosas, está bien hablar y está bien no estar bien.
Mereces y tienes derecho
Sí, mereces y tienes derecho a ser tú. También a utilizar tu margen de maniobra para tomar decisiones saludables. Para actuar en coherencia con la persona que eres y lo que realmente quieres y te hace bien.
Ser fiel a ti mismo implica aceptar todos los aspectos de tu existencia. Conocerlos, aceptarlos, apreciarlos y cuidarlos. Incluso cuando otras personas te hagan dudar sobre ti.
Porque eres suficiente, y la autenticidad es tenerlo presente. Saber que no importa la respuesta que des a una situación, importa que sea tu realidad, tu verdad, que sea desde la aceptación y amor hacia tu persona también.
Ten presente que el momento que estás atravesando pasará, sobre todo si con estos pasos vas guiando tu margen de maniobra para cuidarte mejor. Y lo que permanecerá contigo es la experiencia, los aprendizajes y la persona que realmente eres.
Con eso en cuenta, ¿estás viviendo y tomando decisiones acorde a ello? ¿Qué podrías hacer diferente para estar más en armonía contigo misma?
Te leo con amor en los comentarios.
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